Si alguien mira este modesto blog, podrá apreciar que no soy el más asiduo de los escritores, pero de vez en cuando algo me mueve y publico alguna cosa.

En este caso me vino a la mente el recuerdo de un gran amigo de toda la vida, me conoció desde niño, cuando yo tenía 12 o 13 años, me dio el privilegio de poder concurrir a su clínica de basquetbol, me pasó la invitación a traves de Luis (gato) González, que por aquellos tiempos era mi técnico en la UTU y en el Club River Plate.

Ese particular momento fue para mi por un lado una gran emoción y por otro un gran desconcierto.

Pensé, ¿el chumbo me invita a su escuelita?, ¿por qué? si yo no soy nadie, ni siquiera lo conozco. Si apenas que se jugar al basquetbol.

Con el pasar de los años, fue enseñándome el concepto que el tenía de este maravilloso deporte.

Me dirigió en Ferro Carril, también en la selección y tuvimos la suerte de poder salir campeones varias veces juntos.

Me cuidó siempre, como si fuera su hijo, hizo un esfuerzo sobre humano creo yo, para no gritarme como al resto de los jugadores, siempre me decían que yo era el niño mimado del Chumbo y ahora que lo pienso, ¡¡¡y si tenian razón, era así!!!, (el mejor jugador de basquetbol de la historia del Uruguay, ¡qué privilegio no!), me brindó todo lo que tenía a su alcance, para que yo pudiera entrenar y aprender con él.

Con todo esto se fue forjando una amistad, que hasta hace muy pocos años recién me di cuenta de lo fuerte que era y de la dimensión que había alcanzado.
Es un caso muy extraño, que nuestra mistad perdurara tanto, ya que no podía haber dos personalidades más distintas,él tan extrovertido y yo tan timido, él gritón y yo muy callado (casi mudo), él ateo y yo Católico, siempre me tomaba el pelo con eso. Hasta que un día, que estaba trabajando como ahora, suena el teléfono y escucho su voz, entrecortada, tratando de tomar aire para poder hablar, y con mucho esfuerzo, me dice: "chelito, tengo a Dios conmigo, el Enzo (Carvalho) me dejó un relicario y me dijo que le hablara, que le pidiera perdón, pero yo no se como hacerlo, vos me podés enseñar?..."
No saben lo que fue para mi ese momento, hasta ahora me acuerdo y se me pone la piel de gallina. El chumbo, el ateo (gracias a Dios como decía él), se estaba acercando a Jesús y me pedía ayuda, la verdad es que no podía creer lo que estaba escuchando, era realmente un milagro.
Y lo que me deja realmente tranquilo y feliz, es que su fe fue verdadera a pesar de todo sus años negandola, se convirtió y de la misma manera que jugó, con toda intensidad, así vivió su reconciliación con el Señor.

Me parece increible que ya pasó casi un año de su desaparición física (15/03/2009).


¡Amigo, un abrazo grande! y espero que Dios nos reuna algún día nuevamente.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Marcelo, muchas gracias por tus recuerdos. Sin duda fuiste el que lo llevaste por el camino que el siempre nego pero que en el fondo de su corazòn estaba. Un beso. Tila

Unknown dijo...

Me ha impactado el relato y me alegro que Dios llegó al final de su vida. Para mí también fue el más grande jugador del Uruguay después de Moglia, al que no vi jugar, pero me bastan los comentarios de aquellos que lo vieron jugar. Al Chumbo sí que lo vi jugar y lo admiré, jugué con él y contra él, al igual que contra el Tato López y puedo decir que el Tato, era bueno, pero él individualmente, y era negativo para el equipo, anulaba a sus compañeros... y jugó, a diferencia del Chumbo, con los mejores de su época ... como en Aguada o en Neptuno ... y no supo salir campeón. Fue campeón sí, cuando recién se inició en Bohemios, donde era un chico de 17 años y en ese equipo jugaba en la base Carlitos Peinado... ahí salió campeón pero él era un relleno, con aptitudes, sí ... pero no definía. Cuando él fue el pilar del equipo, rodeado de buenos jugadores, no supo ser campeón y perdió siempre a pesar de hacer 50 puntos por partido. El Chumbo en cambio, que jugó con mediocres, (perdón Goldín, Isaac, Kaminiezki) los hizo rendir el 100% y junto con Borroni salieron campeones varias veces ...

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